Tormenta y el bombero salvador
Había cerrado todas las persianas de ventanas y balcón porque había una alerta meteorológica. El gato estaba acurrucado en un rincón del sillón. Elena se sentó y se puso muy nerviosa cuando oyó el viento silbando afuera. Y en seguida empezó la lluvia seguida de granizo. Tomó al gato en sus brazos y trataba de darse valor pues las tormentas siempre la asustaban desde que era niña. En una oportunidad, se voló parte del techo de la casa donde vivían y ahora cada vez que había tormenta fuerte, ella rememoraba ese momento, a pesar de vivir en una casa segura.
Oía como afuera volaban chapas, árboles y carteles. Al fin la tormenta amainó y sólo se sentía la lluvia. Después de un momento, se quedó dormida en el sillón, con su gato en brazos. La despertó una sirena de los bomberos, que paró delante la casa vecina. Se asomó al porch y vio como los bomberos ayudaban a las personas que vivían allí… un gran árbol antiguo había caído sobre una parte de la vivienda. Los bomberos empezaron a trabajar, bajo la lluvia, para sacar a los habitantes y trasladarlos. Elena fue a ver su fondo para ver si había daños. Prendió la luz y se encontró con un paisaje desolado. Los árboles que habían empezado a brotar por la primavera, estaban pelados. El jardín estaba en un estado deplorable y en eso vio la gran higuera con una chapa incrustada en ella. Entonces pensó en aprovechar a los bomberos para que la sacaran de allí. Salió y los llamó… se separó uno de ellos y aproximándose le preguntó que le pasaba. Luego de ver la chapa, se acercó para sacarla pero era imposible pues estaba incrustada en el árbol. Entonces, le dijo que vendría al día siguiente, para hacer ese trabajo. Ella le prometió esperarlo con un cafecito y él se sonrió.
Era media mañana cuando tocaron el timbre. Al abrir Elena se encontró con el bombero de la noche anterior, con su atuendo de pesada campera, casco y un hacha en la mano. La saludó y ella lo hizo pasar al fondo. Carlos en seguida se puso a estudiar la higuera y probar sacar esa chapa que estaba tan incrustada en el tronco que no podía ni siquiera moverla. Le dijo que le iba a hacer unos pequeños tajos que no iban a dañar a la higuera pero le permitirían su trabajo. Mientras lo hacía, conversaron amablemente. Al fin, con un tirón pudo solucionar el problema. Para trabajar se había sacado ese camperón pesado y se le veía el torso desnudo musculoso y con abundante vello en su pecho. Al terminar, volvió a vestirse pero ella lo invito a pasar para tomar un cafecito con un budín que había cocinado ella. Él le alabó el rico postre y hablaron de comidas preferidas. Cuando vio al gato, le dio su número de teléfono y le dijo:
- si alguna vez su gato no puede bajar de la higuera, llámame –
y ambos se rieron a carcajadas.
Cuando se retiró, quedaron en que ella lo llamaría para encontrarse. Ya se iba cuando volvió sobre sus pasos, la tomó de la cintura, y la besó intensamente. A ella le gustó y le llegó la imagen del torso desnudo que había visto hace algunos instantes… al fin se fue sin decir palabra.
Obviamente, esto no terminaba aquí…
Eliane Bösch
Agradeceré sus comentarios...
Editado por Eliane Bösch